Lo profundo es el aire, dice en un verso Jorge Guillén, pero lo profundo también es lo que vemos sin ver: la insólita profundidad de campo que propone Aina Lorente Solivellas. En sus lienzos la abstracción geométrica se transforma en espesor geométrico. Lo que era línea se hace pliegue. Lo que era pliegue, paisaje, intuición, acierto. Cientos de capas bajo nuestros pies -lo sabemos- albergan otros estados de la materia. Cientos de capas sobre nuestras cabezas también pues los fenómenos atmosféricos sólo pueden traer fauna remota, diversa. Lo que propone Aina Lorente no es espacio ni tiempo sino espesor y lugar: hábitat. Otro hábitat –el punto ciego que nunca veríamos, magnífica turbulencia- para el goce de la mirada.

Agustín Fernández Mallo, 2015